Te lo encomendamos

Una de las cosas más profundas que he vivido hasta ahora, como cristiano, han sido las oraciones de envío. Creo que mi primera experiencia fue cuando, de alguna manera, fui enviado como obrero a la universidad. Lo que había solo leído y entendido como gracia de Dios, ahora pasaba a ser una experiencia vívida, palpable, en una oración de envío. Era Dios diciendo, yo te conozco, yo sé quien eres, no tenes que explicarme tu humanidad, o justificarla, yo lo he hecho, yo te he creado, yo estoy haciendo mi obra en tu vida.

Por esta razón al saberme en un nuevo proyecto misionero, también me emocionaban las oraciones de envío, por todo lo que en este gesto comunitario de unidad, de reconocimiento de la voluntad de Dios, se afirma.

Tengo presente oraciones sobre los niños que en ese momento aún no conocía, para que en este año mi vida fuera de bendición para ellos, alguien oró por los tiempos de soledad que experimentaría, por los desafíos en el inglés, también para que las canciones, la sensibilidad al arte fueran de bendición aquí. Palabras como «lo enviamos en tu nombre, Señor», «Te lo encomendamos», han hecho eco en mi en diferentes momentos, estas oraciones anticipadas sobre posibles escenarios me han fortalecido en momentos muy oportunos.

Hay algo más grande que nosotros mismos, que nos sostiene, y lo hace mediante rostros conocidos, gente cercana que sabe muy bien,
que no es que podamos, es que somos sostenidos por la misma gracia, todos miramos nuestras grietas, y entre las grietas la luz que nos traspasa.

Qué precioso leer cuando la Iglesia en Antioquia envió a Pablo y a Bernabé, en Hechos 13:2-3, ahí, Lucas narra que oraron, ayunaron, impusieron sus manos y los despidieron.

¿Cómo orarían? ¿Que habrán dicho en sus oraciones? ¿Qué pensarían Pablo y Bernabé al escucharlos? ¿Se conmoverían en la despedida?

Me parece muy especial vivir un momento similar, aun con todas las diferencias, y saber que el mismo Espíritu que estaba con ellos, estuvo con nosotros, en cada una de esas oraciones de envío.

En el versículo 4, inmediatamente después de la oración de envío, Lucas reconoce que ellos fueron enviados por el Espíritu Santo a lugares específicos. Qué maravilla saber que ese mismo Espíritu camina hoy con nosotros, nos guía y los envía cada día al salir de casa a diferentes lugares; al trabajo, al mercado, con los vecinos. Y qué maravilla saber que incluso atiende nuestros sueños y los hace parte de los suyos como solo él puede hacerlo, y nos envía a lugares que no imaginamos, a lugares que soñamos, a lo desconocido pero que el conoce muy bien. Un hermano muy querido me dijo, parafraseando «cuando sientas que no entiendes nada, que no podes reconocer nada porque todo es distinto, recordá que el Espíritu Santo está ahí, el mismo que ha estado aquí está ahí, y ha estado ahí desde hace mucho, y entiende muy bien todo, y reconoce todo, y te puede ayudar cuando sientas que no podes».

Por eso me encanta esa palabra, «encomendar», porque al mismo tiempo que significa realizar una tarea, también significa poner algo bajo cuidado de alguien. Como me conmovió cuando Elsias, un niño de primero básico, de Educando para la Vida, usó esa palabra en su oración de envío.

No tengo una foto de la oración de envío con todos, pero tengo esta donde mi manita oró por mi.

Deja un comentario