Mi primer vuelo

He estado detrás de muchas ventanas, siendo testigo de lo que sucede afuera, observando, pensando, riendo o llorando.

Pero está vez fue distinto porque no habían carreteras, o carros o personas del otro lado, había nubes, había cielo y se podían distinguir los ríos, los lagos, las costas, el mar, las ciudades.

No voy a olvidar cuando entré a territorio guatemalteco y ví unas nubes gigantes, en particular no olvidaré cuando descubrí que una de esas nubes gigantes se posaba en la cima de un volcán, estoy seguro que era el Volcán de Agua. Que maravilla fue distinguir las faldas del volcán!

No puedo describir la sensación completamente, tal vez fue como esas escenas de Película, como la de Avatar, por ejemplo, las islas flotantes, ¿recuerdan esa escena? Esa fue mi primera película en 3d, y recuerdo el asombro que sentí al ver algo tan maravilloso.

Pues similar, pero ahora era algo real, una nube enorme cubriendo un volcán, yo había estado ahí abajo hace unos años, subiendo ese volcán, sabía cómo se vivía por allá abajo, y ahora estaba ahí, mirando desde el cielo.

Yo no podía despegar mi vista de la ventana, sabía que iba a pasar por mi casa, porque venia del sur y los aviones pasan por arriba de Villa Hermosa. No saben cómo me hizo el corazón cuando distinguí Villa Canales, la VAS, Boca del Monte, Z. 13. No pude ver mi casa porque justo pasamos arriba. Entrar a Guatemala es meterse a la ciudad entre los edificios, sentir que vas rozando alguna casa ahí abajo, que alguien va a levantar la mano y va tocar el avión.

Lo más increíble de mi tercer vuelo, de Guatemala a Colombia, fue encontrarme de pronto en un lugar «donde el cielo se une con el mar». Yo quería reconocer cada cosa ahí abajo con nombre y todo, así que descargué todo lo que pude en maps, y me fui viendo todo, nombrandolo, sé que ví el Coatepeque y recordé a Baduel, ví el Cosivolca y me asombré al mirar los dos volcanes entre ese enorme lago. Entonces llegó ese momento en que llegando a Panamá, nos pasamos al Atlántico por un rato, y fue ahí donde ya no había tierra, solo mar, o cielo, no lo sé, todo era de un azul maravilla, como un sueño, y recordé ese pedazo de la canción de Nino Bravo, en Un beso y una flor, 🎶 encontré un lugar para ti, dónde el cielo se une con el mar🎶

Canté y me puse romántico con la vida, y pensé fijo era un lugar como ese al que se refería.

Tampoco voy a olvidar esa cosa hermosa que ví en Colombia cuando el avión despegó de noche, las luces estaban tan ordenadas, alumbraban las calles y las calles estaban alineadas perfectamente por tramos muy muy largos.

En eso me quedé un buen rato, hasta que me di cuenta de la persona a mi lado. Se llamaba Diego, un ingeniero en petróleo, peruano, súper cordial, iba para London a vivir, su familia llegaría después. Un nuevo inicio me dijo. Un nuevo inicio pensé.

Entre adormitado, recuerdo que me despertó una luz que me alumbró directo a la cara. Pero quien está alumbrando así, pensé, y que cuando ví, y no que era la luna pues, que me estaba saludando y yo que la abrazo con la mirada, y le dije que qué bonito verla ahí. Y cuando miré por la ventana, que daba al otro lado donde la luna me miró, ví que podía ver las nubes, pero en una especie de trance entre la luz de la luna, la luz parpadeante del avión y las nubes enormes que dormitaban entre el Atlántico y el cielo.

Qué cosa más bella, que cosa más bella, en serio. Cada que recuerdo quiero regresar el tiempo, a cuando era niño y miraba los aviones pasar, para decirle a mi yo pequeño, al Chusito de la carpintería, un día vas a estar en uno así, y vas a mirar los volcanes desde arriba, vas a estar sobre las nubes, vas a nombrar algunos lugares desde el cielo, vas a cantar entre las nubes, vas a saludar a la luna un poquito más de cerca, vas a dormir una noche en el aire…

Miren qué cosa más bella, las nubes, y vean las faldas del volcán a partir de 1:15 😍
Colombia de noche
Un momento después de la luna ❤️

Te lo encomendamos

Una de las cosas más profundas que he vivido hasta ahora, como cristiano, han sido las oraciones de envío. Creo que mi primera experiencia fue cuando, de alguna manera, fui enviado como obrero a la universidad. Lo que había solo leído y entendido como gracia de Dios, ahora pasaba a ser una experiencia vívida, palpable, en una oración de envío. Era Dios diciendo, yo te conozco, yo sé quien eres, no tenes que explicarme tu humanidad, o justificarla, yo lo he hecho, yo te he creado, yo estoy haciendo mi obra en tu vida.

Por esta razón al saberme en un nuevo proyecto misionero, también me emocionaban las oraciones de envío, por todo lo que en este gesto comunitario de unidad, de reconocimiento de la voluntad de Dios, se afirma.

Tengo presente oraciones sobre los niños que en ese momento aún no conocía, para que en este año mi vida fuera de bendición para ellos, alguien oró por los tiempos de soledad que experimentaría, por los desafíos en el inglés, también para que las canciones, la sensibilidad al arte fueran de bendición aquí. Palabras como «lo enviamos en tu nombre, Señor», «Te lo encomendamos», han hecho eco en mi en diferentes momentos, estas oraciones anticipadas sobre posibles escenarios me han fortalecido en momentos muy oportunos.

Hay algo más grande que nosotros mismos, que nos sostiene, y lo hace mediante rostros conocidos, gente cercana que sabe muy bien,
que no es que podamos, es que somos sostenidos por la misma gracia, todos miramos nuestras grietas, y entre las grietas la luz que nos traspasa.

Qué precioso leer cuando la Iglesia en Antioquia envió a Pablo y a Bernabé, en Hechos 13:2-3, ahí, Lucas narra que oraron, ayunaron, impusieron sus manos y los despidieron.

¿Cómo orarían? ¿Que habrán dicho en sus oraciones? ¿Qué pensarían Pablo y Bernabé al escucharlos? ¿Se conmoverían en la despedida?

Me parece muy especial vivir un momento similar, aun con todas las diferencias, y saber que el mismo Espíritu que estaba con ellos, estuvo con nosotros, en cada una de esas oraciones de envío.

En el versículo 4, inmediatamente después de la oración de envío, Lucas reconoce que ellos fueron enviados por el Espíritu Santo a lugares específicos. Qué maravilla saber que ese mismo Espíritu camina hoy con nosotros, nos guía y los envía cada día al salir de casa a diferentes lugares; al trabajo, al mercado, con los vecinos. Y qué maravilla saber que incluso atiende nuestros sueños y los hace parte de los suyos como solo él puede hacerlo, y nos envía a lugares que no imaginamos, a lugares que soñamos, a lo desconocido pero que el conoce muy bien. Un hermano muy querido me dijo, parafraseando «cuando sientas que no entiendes nada, que no podes reconocer nada porque todo es distinto, recordá que el Espíritu Santo está ahí, el mismo que ha estado aquí está ahí, y ha estado ahí desde hace mucho, y entiende muy bien todo, y reconoce todo, y te puede ayudar cuando sientas que no podes».

Por eso me encanta esa palabra, «encomendar», porque al mismo tiempo que significa realizar una tarea, también significa poner algo bajo cuidado de alguien. Como me conmovió cuando Elsias, un niño de primero básico, de Educando para la Vida, usó esa palabra en su oración de envío.

No tengo una foto de la oración de envío con todos, pero tengo esta donde mi manita oró por mi.

De las despedidas

Alguien me dijo que cuando decir adiós resulta difícil, seguramente es porque estamos rodeados de personas con las que disfrutamos mucho compartir.

Eso me hizo pensar mas detenidamente en el momento que estaba viviendo desde apenas unas semanas, y mirar con mas atención a la gente al rededor.

Me di cuenta entonces que las despedidas pueden ser una forma muy particular de sentir la cercanía, de preguntarse como y por qué estamos cerca. ¿Es casual? Solo coincidimos y ya, o nos buscamos, y si nos buscamos, ¿por qué? ¿por qué con algunos no nos buscamos pero cuando coincidimos disfrutamos? ¿Qué nos une exactamente?

Además uno generalmente no se pregunta cosas como ¿hasta cuando voy a volver a ver a este amigo/amiga? ¿A esta comunidad? ¿cuanto vamos a cambiar con la distancia? ¿Vamos a encontrar nuestra amistad en el mismo sitio? ¿Cuál es este sitio exactamente? Esto no sale solo así, supongo que es más fácil con una despedida a la vuelta de la esquina.

Las palabras, los gestos, la forma en que se comparte, todo resalta mas cuando uno se está despidiendo, como si el corto tiempo que uno sabe que queda para despedirse concentrara también las cualidades que identifican quien es ese amigo o amiga. El humor, lo profundo, lo banal, lo espiritual, lo cálido, las risas, las luchas…

En realidad esta es mi primera experiencia diciendo adiós así, donde yo soy el que me voy. Tratando de identificar como lo viví creo que puedo ver tres formas distintas:

Sereno y consciente

¿Les ha pasado que están viviendo un momento muy importante, lo pueden reconocer así, pero sienten que no están sintiendo lo suficiente como para vivirlo a plenitud? Así como que quieren llorar para sentir que lo están viviendo como se debe. Supongo que quienes hemos sido un poco emocionales en momentos que sabemos que son importantes, nos ha de pasar si no lo estamos siendo cuando normalmente lo seríamos.

Me pasó en momentos muy importantes como la despedida de los chicos de Cántico Nuevo, de la Iglesia Nueva Vida, también en el concierto con muchos de mis amigos y, en Educando para la Vida. Tres grupos por demás especiales para mi. La verdad es que llegué a preguntarme si todo estaba bien conmigo, si no estaba siendo muy insensible, ¿me explico? ¿es ha pasado? Dudé porque a veces lucho con muchas cosas y me da temor que mis luchas me estén quitando la oportunidad de vivir a plenitud los momentos.

Al mirarlo desde aquí, en realidad fue serenidad, y la serenidad también es importante, como llorar lo es, que de hecho la serenidad me permitió ser más consciente en medio de todo, fue así que guardé varias palabras, oraciones y gestos de cariño y generosidad.

Ese nudo en la garganta

Pero también me pasó así un par de veces, especialmente con quienes más estuve en las ultimas semanas; que estás hablando con alguien, escuchando o diciendo algo, o recién después de dar un abrazo, y que te invade la nostalgia, o tristeza, o realidad y que te quiere rebalsar por los ojos en un momento inesperado, como un viento, y solo te volteas o intentas hacer como si nada. ¿Es a eso que llamamos nudo en la garganta?

La lloradita

Me gustó mucho esa canción de Santi, «Yo sigo aquí», me la pasaron justo cuando estaba escribiendo esto y me ayudó con esta imagen: -estás haciendo un café con olor a tierra, y de pronto, que te echas la lloradita-. Este también fue un tipo de despedida, estás desayunando y caes en la cuenta que es el último día que vas a tener esa rutina, que vas a molestar a alguien que siempre molestas, o que vas subiendo las gradas y sabes que es la última vez que vas a cantar con los niños. O vas en el carro mirando en la ventana y sabes que no vas a volver a este pueblo, a esta casa, a este país, por un buen tiempo.

O pues, cuando no tenes certeza de lo que vas a encontrar del otro lado, y aquí estas dejando todo el suelo que ya podes reconocer. O cuando no sabes que pasará después, después de un año, si vas a volver, y si si, como le vas a hacer, o si vas a poder cambiar un poco la realidad que sentís que por momentos no te deja vivir con plenitud.

Muchas de esas lloraditas fueron también por despedirse de lo conocido, de lo seguro, de lo cómodo.

De lo que más extraño

Extraño las conversaciones profundas, extraño las miradas que te conocen y que te preguntan ese «cómo estás» que quiere saber en serio lo que estás pasando y como lo estás pasando. Extraño las bromas, las risas que también entiendo, extraño ese calorcito de estar entre amigos y sentirse en casa.

Un día de estos caí en la cuenta que acá no podría ver, al menos no en el invierno, creo, al sol cayendo en el horizonte, naranja y enorme.

Hoy cumplo un mes desde que salí de Guate, y quizá esta reflexión sobre las despedidas llega un poco tarde, pero quería darle el lugar que ha tenido para mi experimentar por primera vez las despedidas, el lugar que ha tenido cada persona y cada comunidad que me ha abrazado para que hoy pueda estar aquí.

Y solo quería también guardar estas fotos donde no se pierdan entre tanto, aquí donde puedo regresar, con la esperanza que al leerlo algún día pueda recordar este momento, con la nostalgia, la alegría y la gratitud que representa cada foto.

Despedida con jóvenes Cántico Nuevo, de la Iglesia Vida Nueva, en Patzún
Despedida con jóvenes Cántico Nuevo, de la Iglesia Vida Nueva, en Patzún, 18 de septiembre de 2023
No voy a olvidar las oraciones de envío de esta comunidad preciosa.
Con-cierto sueño, sábado 23 de septiembre, Casa Horeb, Iglesia Menonita
Después del concierto, gente maravillosa!

Muchas pequeñas despedidas, algunas inesperadas y otras en más de una ocasión.

El maravilloso equipo de Educando para la Vida después de una noche cultural.
Mi preciosa familia, hizo falta la Queletis, pero estaba ahí, de alguna manera también.

Una percha de leña

Aldea Potrerios, Zaragoza, Chimaltenango

Me había alejado bastante de las últimas casas, cuando me encontré esta percha de leña. Traté de imaginar quién sería, quién lo trabajó y por qué. Pensé en el trabajo que llevaría, pensé en las pequeñas tareas, pensé en el sendero ya hecho, en la intervención humana.

Imaginé lo valioso que sería encontrarme la leña así, si en lugar de minutos, me hubiera alejado días, semanas o meses, caminando monte adentro. ¿Sentiría miedo o alegría?
¿Estaría a salvo o en peligro?

No sé porqué exactamente, pero mirar la leña aperchada, da la sensación de seguridad, tal vez porque implica trabajo, orden, responsabilidad, disciplina, diligencia, y estas cosas están alineadas (salvo excepciones) a las cosas buenas, a la bondad.

También pensé en lo acostumbrados que estamos a tener gente cerca, demasiado cerca. En lo agitados que estamos. Ya no es tan evidente la intervención de cada uno en el sendero donde vamos, las perchas que cada quien anda recopilando, ordenando.

Qué bonito imaginarse un mundo donde cada quien, a parte de lo suyo, deja un poquito para el caminante. Para huérfano, la viuda, el extranjero, como instaba Dios a través de la ley, al pueblo judio.

¿Cómo llegamos aquí?

Hace unos días estaba muy desorientado y triste, ya habia sentido todo este peso antes. Seguramente han leído la palabra ‘abatido’ en la Biblia, así me he sentido. Luego al leer muchos post del 15 de septiembre fue peor aún, fue confirmar que muchos nos sentimos inconformes, que estamos divididos, que andamos fragmentados con nuestras luchas, y muy personalmente he sentido los años en las arrugas de mi rostro como nunca antes.

Y no sé si solo yo lo siento, pero parece que deberia tener las respuestas que no tengo, y me da coraje. Escribi todo esto llorando y en un intento de plasmar eso extraño que puedo ver a mi alrededor.

Es decirle a todo lo establecido y a la generación que nos antecedió que no, que no fue perfecto el tiempo que vivieron, que de hecho no todo tiempo pasado fue mejor. Que de haber sido así, ¿por qué hemos llegado aquí con tanta insatisfacción? ¿No les parece como si este sistema odiara a sus jóvenes? ¿Que no los escucha, al menos? Tan elejado de las ideas tribales donde se da la bienvenida a los jóvenes, aquí se quiere callar toda voz con ideas frescas.

Es una queja, es reconocer que si bien estamos mal, no solo es algo interno y personal, tiene que ver con el ambiente donde estamos. Hay cosas que nos han empujado a la inconformidad incluso de nuestros propios cuerpos. Hay gente tramando como hacernos adictos en las plataformas que usamos para comunicarnos, hay un ambiente hostil para los sueños e injusticia para el amor. Esta canción es un grito para quienes quieran tomarlo.

Es la confirmación de que no está mal soñar con algo distinto, que está bien sentirse inconformes, que sí, se trata de amor, y aunque sea nadar contra corriente hay que seguir andando. Que está bien no tener todo resuelto y que está bien cuestionarlo todo.

Aqui pues, con ustedes

¿Cómo llegamos aquí?

Yo sé que tenés
mucho que decir
cuando se trata de amor.
De sueños y de construir un mundo mejor.
Porque tu corazón está cansado ya.

Y no sabes como resolver
lo que a tu edad tus padres
habían resuelto ya.

Y qué coraje da,
porque parece que deberías tener
las respuestas que no tenés.

‘Y qué me importa’ – decis-,
igual que yo
Pero las noches
son demasiado oscuras
para decir que no importa,
en realidad.

¿Qué está pasando aquí?
Hay algo extraño y es verdad
Si todo fue perfecto
¿como llegamos aquí?
                
Fragmentados,
inconformes, divididos
Con heridas y sueños frustrados
Con preguntas
                 
Sé que a veces pensás
No vale la pena seguir
Pero y ¿si vos tenés la razón?
¿Y si se trata de amor?
¿De sueños
y de construir un mundo mejor?

Porque algo está pasando aquí
Que no somos perfectos, es verdad
Fragmentados nos fluye la esperanza
Inconformes somos más conscientes
Diversos y no divididos

Con heridas aún nos queda la ternura
Aún tenemos sueños
Y nos mueve la duda
Hasta encontrar la verdad

Como niños

De pronto

se abrieron las cortinas,

y nos miramos

a los ojos,

confundidos

No quedaba muy lejos

la situación de los demás.

Confluíamos sin saber,

de un metro para acá.

Resultamos

próximos y sin barreras.

Intrínsicamente vinculados:

Abundancia aquí,

escasez allá.

No es tan ajena

la salud de la otredad

No es muy distante

de uno y otro

el bienestar.

Y eso que la tierra

todavía muestra su bondad.

Éramos nosotros

¿Ya te diste cuenta?

Si quisiéramos mirar

todavía hay esperanza

Podríamos encontrar

una manera más profunda

de abrazar.

Talvez este silencio cada noche,

este regresar a lo esencial,

estas lágrimas,

se lleven cada cosa

que no quisimos ser,

y cuando sea el momento de salir,

seamos como niños otra vez.

 

 

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La Nanita

Ella es mi mamá, mi Nanita 🙂
He escuchado afirmaciones increíbles de los labios de esta mujer, ella es maravillosa.
 
Hoy le pregunté a mi mamá como fue que mi abuelita Ester conoció a Jesús.
 
……
 
<<Ella tenía cáncer en el oído – comenzó -, había ido con varios doctores allá en Tiquisate, ella sufría mucho del dolor de oído. Cuando ella comenzó con esa enfermedad nosotros nos asustamos mucho porque ella era la que cuidaba de nosotros, ella ganaba para la comida. Mi papá solo ganaba para gastarlo en cerveza.
 
Yo estaba muy pequeña, pero recuerdo bien.
 
Un día mi mamá le dijo a tu tía Blanca que fuera a donde los evangélicos, ellos hacen oraciones por los enfermos le dijo. Tu tía se fue en ese momento y en la tarde los hermanos llegaron. “Nosotros venimos por pura fe doña Ester» – le dijeron- y comenzaron a orar. Eran mujeres con mucha fe, pero qué oración más fervorosa la que hicieron por mi mamá.
 
-Mañana hay campaña en el Centro II, si quiere venimos por usted.
-Si, vengan, ella se sentía aliviada.
 
En la madrugada del siguiente día mi mamá se levantó con un hambre tremenda, era tanta que le dijo a mi papá que bajara una gallina y Blanca la cocinó, casi se terminó la gallina ella sola.
 
Pues como yo siempre andaba pegada con mi mamá me fui con ella al Centro II. «Yo ya he sido sana» nos dijo mi mamá, ya no le dolía nada y andaba muy feliz.
 
En el culto, yo recuerdo bien que dije dentro de mi, este es el Dios del que habla toda esta gente. Este Dios sanó a mi mamá.
 
Mira mijo, cuando yo me he sentido débil en la fe, yo me recuerdo de eso, de este Dios todo poderoso que sanó a mi mamá, y entonces digo, no, tengo que seguir y me aferro al Señor.>>
 
…..
A mi mamá le brillaron los ojos cuando recordó sus propias palabras: “Ese es el Dios del que habla toda esta gente” y mientras ella decía esto yo también vi pasar muchas imágenes de mi mamá orando con mucha fe y todas sus iniciativas, su servicio en la iglesia a través del Concilio, el grupo de oración, el grupo de misión.
 
Mi mamá estudió hasta segundo primaria, dice que aprendió a leer leyendo la Biblia.
 
En su relato agradecí mucho a Dios por esos evangélicos que llegaron a orar por mi abuela, esas hermanas, mamás, seguramente, con esa fe tan ferviente.
 
Con ese milagro llegó Jesús a mi abuelita, a mi mamá, y a mi vida.
Estos días de encierro no dejo de sorprenderme de los detalles en la vida de esta mujer que me ha sorprendido con un oído atento a mis enredos personales, con respuestas llenas de amor y sabiduría, con una espiritualidad que me rebasa, y un corazón apasionado por el Señor.
 
 
 
 
 

La Asamblea

Érase una vez en el mundo, una pandemia, capaz de dejar con temor y ansiedad a los humanos en sus casas.

Pero has de saber que el mundo entero no se detuvo, siguió girando, y más bien descansa de las máquinas, del humo que producen, de su ruido ensordecedor.

Ahora saben los humanos cuando acecha una amenaza, cosa que saben bien los bosques, los ríos, las montañas minadas, los peces y tantos seres más.

Hubo pues una asamblea con representantes de al menos cuatro reinos, para tratar lo que acontece.

Del reino de las plantas llegó la Jacaranda en plena primavera.

Del reino de los animales llegó el Quetzal, porque son muy pocos los que han escuchado su voz alguna vez.

De los insectos llegó oficiosa como siempre, una hormiga.

De los humanos, llegó pues, una niña.

 

Los vientos, los ríos, el fuego y la mismísima tierra guardaban silencio, eran las fuerzas de la vida, ahí humildes, querían escuchar a los presentes.

Ellos recordaban la última asamblea, que sucedió hace tantas lunas, tantos soles y tantas vidas, cuando el hijo de Adán reconciliaría consigo todas las cosas.

Bienvenidos- habló el tiempo, que moderaba la existencia-.

Seres que habitan esta casa.

Desde tiempos antiguos, hasta hoy que no nos vemos.

Aquí, su servidor, hablen pues.

Tomó el tiempo la Jacaranda, y comenzó:

Es bien sabido que muchas de nuestras comunidades han desaparecido desde que los humanos abandonaron nuestro cobijo. Ahora no somos más que un recurso para sus grandes obras, ornamento, utensilios de sus casas y jardines.

Aun así, nosotros seguimos el ejemplo de los grandes robles, las más antiguas ceibas, lo encomendado por orden del cielo, y aquí me ven, en primavera.

Si pasaran ahora mismo por el mundo de los humanos, en cada grieta habrá una planta, algún retoño donde el sol logra tocar con sus dedos la tierra, y donde el agua se filtra para despertar la vida que duerme bajo las construcciones.

Contra toda esperanza encontramos formas de comunicarnos. En las lunas más tristes lloramos la muerte de tantos portadores de la memoria y saber ancestral, guardamos luto por las incalculables extensiones de vida que perdimos.

Lloren pues, con nosotras, nuestro dolor.

Todos guardaron silencio, el viento acarició las ramas de la jacaranda, los presentes entendían muy bien, todos habían presenciado talas enormes, incendios, vieron desaparecer bosques completos, así palparon en sus palabras su propio dolor.

 

Extendió las alas el Quetzal y se situó en el centro.

Tengo un corazón conmovido, comenzó. Los de mi especie, mis hermanos y hermanas vertebrados, hemos sufrido el abuso de poder de los humanos. Represento a las familias en peligro de extinción.

Las grandes extensiones de vida eran también nuestro nido, nuestro sustento y nuestra vida.

Desde que los humanos se apartaron de la comunidad, no somos más que símbolos, en el mejor de los casos, y comida, en el peor.

Algo digno de exhibir y preservar, pero solo respetable a la medida de sus intereses. Tan absurdo es su respeto a la vida como plasmar mi imagen en la moneda con la que pagan la destrucción de nuestros hogares.

Los animales hemos sido ultrajados, abusados, nos arrebataron la vida para construir su propio mundo. Y ahí, en su mundo, somos producto de su mercado, algo que pueden manipular a su antojo, rompiendo leyes insondables de dignidad y respeto.

Este es el dolor que compartimos.

Esta vez, el silencio hizo un nudo en las voces de todos, y hasta los ríos querían llorar.

«¿Quién de ellos no había sido testigo de la industrialización de la muerte? Si hasta la tierra, los vientos, el agua y el fuego habían sido violados para cometer tales atrocidades.»

No era que la muerte no formara parte de la vida, y que no se sustentara un reino del otro, es que aquí se rompió algo hace mucho tiempo, «cavilaban las fuerzas.»

Despacio, la hormiga, con la devoción de un silencio como aquel, desató su propio nudo y comenzó:

Nosotros somos demasiado pequeños en toda esta inmensidad. Quiso el Creador, encomendar grandes tareas en cuerpos pequeños.

Lo que somos gira en torno a la vida, incluso nuestra muerte. Guardamos el equilibrio de los ecosistemas y hemos cumplido hasta el final de nuestros días.

Sí, porque este es el final de nuestros días, aunque no puedan notarlo. Fuimos las plagas en los cultivos de los humanos que alteran el equilibrio, y en vez de retroceder ante las advertencias, crearon armas letales contra nosotros, exterminándonos masivamente.

Ahora sus cultivos crecen en tamaños exorbitantes, tanto como el daño que provocan. Nunca antes el mundo estuvo tan desequilibrado como ahora, y en tanto peligro.

Perdimos fuerza y morimos, estamos muriendo, no podemos con sus máquinas, con su ciencia, y especialmente con su ambición, es demasiado grande como para valorar lo insignificante. Olvidaron que en la lógica divina lo insignificante sostiene al mundo, incluso el suyo.

Todos los presentes, conmovidos, se miraban unos a otros, abrazaron cada palabra.

«Sí, a mí también me conmovió. Es que tal vez vos no lo hayas vivido porque sos muy joven, pero cuando tus papás eran niños, la comunidad de los insectos era tan visible que al terminar la lluvia se formaban enjambres de mosquitos, que al andar en bici o corriendo, inesperadamente los niños se cruzaban con alguno.  Pasaba que se tragaban algún mosquito, o les quedara uno en la pupila de los ojos. Eran tantos y en todas partes que, en el parabrisas de los carros aparecían al final de un viaje los insectos que chocaban con el vidrio.

La niña recordaba estas historias de su tía, ella también le había hablado de la revolución verde, la masiva extinción de los insectos y el daño que se estaba causando a la Pachamama.»

-Comprendiendo su momento, la niña encaminó sus pasos al centro. Su traje, de tiempos tan antiguos, tenía los colores de un atardecer y las estrellas del cielo en las noches más oscuras-.

Me duele su dolor, y tengo miedo de crecer, -comenzó, en el idioma de la tierra que aprendió de sus ancestros-.

La tierra le sonrió.

Solo de pensar que podría herirte Jacaranda, o a uno de los tuyos.

Cuando te escuché, Quetzal, pensé en las aves que me despiertan en las mañanas cuando llegan a mi casa. Solo te había visto en fotos y billetes.

Te he visto trabajar incansable pequeña hormiga. Te he seguido llevando hojas más grandes que tú, tallos y comida.

Cuanto lo siento, hermanos y hermanas. Las niñas y los niños les pedimos perdón. Les pedimos perdón también a ustedes los vientos, los ríos, los fuegos, y a ti, Pachamama.

Una vez, una amiga me dijo: me gusta mucho el amanecer, sabes, cuando sea grande quiero ser un amanecer. Esa vez pensé que yo también quiero ser un amanecer, como ella, como las personas que todos los días hacen brillar los ojos para ver claramente aquello que de verdad importa.

Como los abuelos y abuelas, como los hijos y las hijas de la tierra que nunca dejaron de abrigarse en el cobijo de la tierra, los que comprueban en cada cosecha el milagro de la vida, los que nunca dejaron de escuchar y sentir como hermanos y hermanas a todos los seres y todas las plantas.

Los que todavía reconocen el vínculo sagrado entre todas las cosas, los que todavía se estremecen ante el misterio de tomar en sus manos la vida de un animal que entrega su cuerpo para que los seres en su entorno vivan.

Los que se entregan a sí mismos en la resistencia por la vida.

Allá donde vengo, en mi pequeño pueblo, como en muchos pueblos en el mundo, hay mujeres y hombres que defienden con sus vidas los ríos, los bosques, la tierra. Hay poetas y cantantes que en sus letras alzan sus voces, las voces de ustedes, en los idiomas de la tierra. Los escuchamos y nos conmueven. Quiero ser un amanecer así.

En este momento, el mundo de los humanos, mi mundo, está sufriendo. Una enfermedad debilita nuestros cuerpos desde la respiración, ¿se imaginan?

No sé cuántos, y cómo han sido los sufrimientos que hemos provocado los humanos, pero hoy nuestro propio aliento se contamina de tal manera que debemos cubrirnos las sonrisas, debemos evitar abrazarnos y estrecharnos las manos. Estamos perdiendo a nuestros abuelos y abuelas, estamos aislados y tenemos miedo.

Los abrazo y comparto con ustedes, que han sufrido tanto, nuestro dolor.

Esta vez, hasta el silencio quiso hablar,

Pequeña, estoy aquí para serviros, acompaño su dolor.

El tiempo continuó, también sigo aquí, ahora más suyo que siempre.

El agua dijo, saben que seguiré fluyendo regalando vida por donde quiera que pase, seré de ustedes, y habito en todos los seres como siempre.

Nosotros cantaremos en las noches más oscuras, y traeremos con nosotros nuevos vientos, recordando la esperanza, habló el viento.

Cuenten con nuestro brillo y nuestro calor para lo que necesiten, alumbraremos sus rostros, y también su corazón, dijo el fuego.

Nosotros les regalaremos flores, y frutos para el sustento, dijo la jacaranda extendiendo su alfombra de flores.

Mírennos a los ojos y seremos más que sustento, cantarán más fuerte las aves, escúchenlas, somos porque son y ustedes son porque somos, dijo el Quetzal en un canto profundo.

Si observan atentamente los detalles, y si en la tragedia aprenden a ver lo insignificante, encontrarán que seguimos aquí, cuidando con todo lo que somos el equilibrio que necesita la vida.

La tierra, que hasta entonces guardaba silencio escuchándolo todo, recordó como si fuera ayer el canto del Creador y Formador que la llamó a la existencia, sintió el escalofrío de aquella vez cuando su voz separaba las aguas de las aguas estableciendo los límites que ahora separan los cielos, las aguas y la tierra. Vio emerger la vida de las aguas, recordó cuando su vientre fue cargado de cada elemento que permitiría la vida desde lo más profundo de sus entrañas hasta su piel. Guardaba la memoria de todos tiempos en cada montaña, en cada grieta, en las venas donde pasaban las aguas subterráneas y donde la lava se habría caminos que terminaban en volcanes. Reconocía la valentía de las plantas, los animales y los insectos, su abnegación, su resiliencia. Sabía de los humanos que la cuidaban, y del mal de aquellos que durante todas las generaciones de humanos se levantaron con sus propios dioses.

La vida es un suspiro -dijo-, somos polvo de estrellas, nada más eterno que el amor, y del amor un buen vivir… -luego de un silencio-, siempre suya -terminó-.

No sé si pueden imaginar una voz tan profunda, lo más similar es el sonido que surge de un terremoto.

La asamblea terminó con un silencio igual de profundo.

Quise contarte lo que ahí aconteció, fiel a cada palabra porque pienso que el mundo de los humanos debe saberlo todo, pero especialmente ustedes los niños y niñas, porque talvez los grandes no comprendan todas estas cosas como ustedes que todavía siguen el camino de una hormiga, que se sorprenden con la perfección de una hoja, que todavía escuchan los pájaros que llegan a su ventana.

Con amor, en nombre de la Jacaranda, del Quetzal, de la hormiga, de la niña, de los vientos, las aguas, los fuegos, de la Pachamama y del Creador y Formador.

En la Guatemala que, en el idioma de la tierra de los hijos e hijas que aquí resisten, le llaman, con devoción y respeto, Iximulew.

 

 

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Me encantan las expresiones de amor

Me encantan las expresiones de amor.
Me encantan las fotos, las frases, los poemas, las declaraciones, esos pequeños gestos. No porque hoy sea un día festivo, sino porque si. Me encantan cualquier día, en cualquier fecha. Es hermoso. :3

Porque yo también he escuchado un nombre en los latidos de mi corazón, porque he visto detenidamente una mirada en segundos para guardarla por días, meses, años.

Porque sé lo que se siente identificar una voz o el sonido de una sonrisa. Sé que es tener un nombre como primer pensamiento en la mañana. Me he reído solito recordando una escena, una palabra, una imagen.

Por eso me encantan las expresiones de amor. Porque si hay esperanza en el mundo, esa esperanza es el amor.

Somos capaces de detener el tiempo, de cruzar distancias, de recordar, de olvidar, de entregarnos, de perdonar, de mirar detenido las bondades de otro ser, de valorar hasta el cielo… pero especialmente; de detenernos a nosotros mismos por amor, de cambiar hasta lo más profundo en nosotros, de construirnos, de deconstruirnos, de renacer, de vivir, si, de vivir.

«Mas fuerte que la muerte es el amor»…
Aquí, un fiel testigo. 🙂

 

 

 

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No somos todo

De un 12 de febrero de 2014.

No somos todo, en un sólo momento. No podemos, porque no somos una pintura que puede ser observada completamente en un instante. Es decir, un cuadro esta completo frente a nosotros en un instante, pero nosotros no somos un arte así.

En ese sentido somos más bien como la música, porque ella se da en el tiempo. No puede apreciarse en un instante, es necesario quedarse y escuchar. No podría juzgarse una obra musical por un sólo compás, por un momento de silencio, o por una disonancia. Porque la obra tiene muchos compases y varios movimientos, y sólo al escucharla completa podríamos emitir un juicio.

No somos todo, en un sólo momento. Por eso no hay porque ser tan duros con uno mismo porque se tuvo un mal momento, porque ese mal momento no define a una persona. Por eso un fracaso es un compás disonante en medio todo lo que somos, nada más.

Por eso una conversación no puede ser suficiente para conocer a una persona. Por eso el tiempo es lo más valioso que podemos dar, porque finalmente es la puerta de acceso a otra vida, y a la nuestra. Es como sentarse a escuchar y observar el arte que es, y tiene una vida.

Sí. Yo también sentí que mi mundo se derrumbaba cuando en algún momento hacía algo tonto, o ridículo. Yo también he tenido miedo de no ser aceptado por alguien, de no ser interesante o ser aburrido, yo también he querido impresionar creyendo que así, tal vez…

Pero no somos todo, en un sólo momento, entonces los que han estado ahí lo saben, saben un poco más, y que especial que aún sigan ahí, escuchando y observando, gracias a Dios por ellos y por la obra de arte que son, y pues, uno no deja de sonar sino es hasta el fin,
porque no somos todo, en un solo momento.

 

 

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